viernes, 23 de septiembre de 2011

Das Wunder von Bern (El milagro de Berna)

Escasos 10 años después del final de la 2º Guerra Mundial, Alemania, destruida y dividida, se encontraba en la particular batalla entre el Capitalismo y el Comunismo que había dividido al país en dos, República Federal de Alemania (con capital en Bonn y capitalista) y República Democrática de Alemania (con capital en Berlín y comunista bajo control Soviético).

A mediados de 1954 regresaba a Europa la Copa Mundial de Fútbol, celebrándose en Suiza, nación elegida por ser la única con infraestructura necesaria para el evento después de la guerra, debido a su talante neutral.

La República Federal Alemana llegaba a la cita sin ser para nada favorita, pese a que la victoria inicial por 4-1 ante Turquía les abrió un futuro esperanzador que no cegó al meticuloso entrenador Alemán, Sepp Herberger.
Herberger consideraba que con dos victorias estarían en la segunda fase, ya que consideraba los partidos ante Turquía y Korea más que asequibles. Por ello se tomó el otro partido contra la temible Hungría de Puskas, Kocsis, Bozsik, Czibor y Sandor como puro trámite y con la única y clara intención de “mermar” a alguna de las estrellas de un más que posible rival futuro.

El técnico encaró el partido con los suplentes y la máquina húngara les barrió del campo con un contundente 8-1. Pero la baza del viejo Herberger estaba en marcha.

Y llegó la final. Los húngaros después del contundente resultado tenían en muy baja estima a la selección germana que alcanzó el último partido sin sobresaltos, mientras que los húngaros, además de emplearse a fondo para ser primeros, sufrieron para eliminar a Brasil y jugaron una interminable semifinal de 120 minutos ante la poderosa Uruguay.

4 de Julio de 1954, Wankdorfstadion, Berna, 60.000 espectadores. 17:00 de la tarde. Justo antes de comenzar el partido, empezó a llover.

Puskás abría el marcador en el minuto 6 del partido. Poco después, en el minuto 8, Hungría marcaría el segundo gol obra de Czibor. Los alemanes se emplearon a fondo y consiguieron empatar el partido antes del descanso. Con el transcurso del partido la lluvia empantanó el mítico Wankdorfstadion pero el viejo Sepp también tenía un arma secreta: un hombre llamado Adolf Dassler, que por aquel entonces poseía una pequeña empresa de calzado deportivo, había hecho llegar para cada jugador, un par de botines que se adaptaban a cualquier suelo y condición climática.

Los alemanes cambiaron de botas en el descanso, lo que sin duda influyó en el desarrollo final del encuentro, ya que los húngaros se resbalaban y desequilibraban con mayor frecuencia debido a sus botas de tacos de madera, mientras que los alemanes se guardaban un as en la manga con sus botines de tacos metálicos.

Con el campo embarrado se reanuda el encuentro, marcajes al hombre de los alemanes, cansancio en los húngaros, poderío físico alemán y el as de Adi Dassler. El partido transcurre igualado hasta que a falta de 6 minutos Alemania se adelanta en el marcador obra de Rhan. El mundial se iba para Alemania. Los aficionados se iban del estadio sin creérselo, el partido pasaría a la historia como “El milagro de Berna”.

Para Alemania este encuentro significó mucho. Con un país hundido moral y económicamente, sirvió para recordarles que seguían teniendo algo valioso, esa energía y tesón que les caracteriza.

El pueblo Alemán volvía a sonreír.

Pelazzone.


3 comentarios:

  1. Desde la final de Berna, los alemanes, cuando hace mal tiempo o se pone a llover suelen definir ese estado climatológico como “Fritz Walter Wetter”, o tiempo Fritz Walter.

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  2. Hay una pelicula sobre esto bastante buena....aqui dejo un enlace.


    http://www.filmaffinity.com/es/film935626.html

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